Fast Fashion: De las vitrinas a los basureros
Sabemos que nuestras acciones cotidianas tienen consecuencias ambientales en mayor o menor medida. Cada vez hay más iniciativas pensadas a favor del ambiente y, sobre todo, personas preocupadas por reducir su impacto diario.
En los últimos años el concepto de fast fashion o moda rápida comenzó a tomar revuelo dentro del mundo textil, este es un modelo de negocio el cual consiste en producir grandes volúmenes de ropa, en función de las tendencias y una necesidad inventada de innovación, lo que contribuye a poner en el mercado millones de prendas y fomentar en los consumidores una sustitución acelerada de su inventario personal, a través de un precio accesible para los consumidores y bajos costos debido a los materiales de mala calidad utilizados para la producción. Bajo este mecanismo se producen muchas colecciones durante el año en contraste a como se promocionaban antiguamente las colecciones, marcadas en rigor de las estaciones del año como Otoño/Invierno y Primavera/Verano.
Para poder cumplir con las expectativas y bajos costos del fast fashion, las fábricas de ropa están principalmente ubicada en países que tienen condiciones laborales precarias como lo son India, Bangladesh, Sri Lanka, Camboya o China, en donde las pésimas condiciones de trabajo presentan un problema ético y un claro problema de explotación, atentando contra los derechos laborales y humanos, trabajando en muchos casos cerca de 14 a 16 horas diarias
Durante los años 2000 a 2015, según A New Textiles Economy, un reporte de la Fundación Ellen MacArthur, la producción de ropa se duplicó: alrededor de 50 mil millones de prendas fueron fabricadas en el 2000, mientras que al 2015 más de 100 mil millones, además este estudio reveló que las veces que las personas usan la ropa durante su vida útil disminuyó en un 36%.
Como hemos visto, la fast fashion tiene implicaciones negativas, pero una de las consecuencias más nocivas se centra en su impacto en el planeta: tan solo la producción de ropa representa el 10% de las emisiones de CO2 a nivel global, el equivalente a lo que libera la Unión Europea por sí sola. El lavado de estas prendas también genera el desprendimiento de partículas de micro plásticos que desemboca en el mar. Por otro lado la fabricación de toda la industria textil significa el consumo de cerca del 20% del agua del planeta.
En Otro gran problema que se genera es el paradero de la mayoría de las prendas en vertederos, en donde Chile cuenta con el vertedero de ropa más grande del mundo en donde llegan cerca de 59mil toneladas de ropa al puerto de Iquique para desembocar finalmente en el desierto de Atacama en donde se encuentra el vertedero de ropa más grande del mundo, considerando que la biodegradación de la ropa es de alrededor de 200 años.
Pero, ¿Qué podemos hacer nosotros para evitar este excesivo consumo y la contaminación extrema de la industria textil?
Puedes mirarte tus prendas con otros ojos y verás que quizá si le cortas por aquí y coses por allá… quizá la puedes teñir o añadir un accesorio y transformar la prenda, dándole un uso diferente a tu ropa, convirtiéndola en algún accesorio o usado para algo.
- Revender
- Promocionar tu ropa a un precio de reventa para otra persona la cual valora tu prenda de otra manera puede ser una opción.
- Comprar menos, es más
- Muchas veces compramos ropa por situaciones estacionarias, como ofertas, ocasiones especiales u eventos en donde tendrás que usar una prenda una vez, evitar estas prácticas puede ser un poco ajeno a nuestras conductas de consumo, por lo cual podemos buscar otras opciones como por ejemplo la compra de ropa de segunda mano.
- Fomentar tu consumo en productos sustentables y de calidad
- Existe variedades de marcas y productos que son fabricados con una visión más consciente con el medioambiente, utilizando textiles de origen natural como el cáñamo, algodón o lino que son de mayor calidad que los sintéticos utilizados en el fast fashin, lo que permite que sean más resistentes con él tiempo permitiendo una mayor vida útil a tus prendas.